Crisis de Atlantia

El grueso de la fortuna Benetton migra a España (Cellnex) desde Italia (Atlantia)

El imperio empresarial de la histórica familia italiana de la moda se diluye en Italia defenestrado por su gobierno mientras no para de crecer en infraestructuras españolas.

Luciano Benetton, cofundador de la marca de moda y del imperio familiar.
Luciano Benetton, cofundador de la marca de moda y del imperio familiar.
L. I. / Benetton / Archivo

“Cuando leí la propuesta, pensé en una broma. Los Benetton no se burlan del Primer Ministro y los ministros, sino de las familias de las víctimas del puente Morandi y de todos los italianos. Sería realmente paradójico si el Estado entre en sociedad con ellos”. El furibundo revolcón del jefe de gobierno, Giuseppe Conte, parece la sentencia anticipada a las concesiones de Atlantia, la joya de la corona de los Benetton, dos años después del trágico derrumbe del puente de Génova que costó la vida a 43 personas.

La cotización de Atlantia, dueño de Autostrade y el 50% de la española Abertis, entró en modo crash desde primera hora del lunes -cerró con una caída del 15%- tras el mensaje hostil de Conte, ahondando en las pérdidas de la última semana al hilo de la tensión con el gobierno. El jefe de gobierno tachó de “propuesta vergonzosa” la oferta del dueño de Autostrade de 3.400 millones de euros como compensación del derrumbe fatal.

Ahora la pesadilla de los Benetton con Atlantia, donde controlan el 30% de las acciones, parece fuera de control. Está en riesgo el principal activo de su holding financiero Edizione. Por primera vez se ha visto superado por valor en bolsa por otra de las inversiones del clan de Treviso: Cellnex, donde controlan el 16,5% del capital. La inversión en la operadora de torres de telecomunicaciones se ha convertido en un gran acierto dentro de una serie de errores como fue la inversión, junto al Estado, en la aerolínea Alitalia.

Desde que los Benetton viraron hacia España para la compra de Abertis, la mayor empresa de autopistas europea, no han dejado de recibir buenas noticias mientras las malas brotaban una y otra vez en su tierra natal. Las acciones de Atlantia han perdido más del 30% de su valor en bolsa solo la última semana después de meses de disputas con el Gobierno y la capitalización en bolsa haya bajado de los 10.000 millones de euros.

El valor del 30% de las acciones en manos de los Benetton apenas alcanza los 3.000 millones de euros, apenas la mitad que al cierre de 2019. Por primera vez ahora, tras el boom bursátil que vive Cellnex, el 16,5% que mantienen en la empresa española supera los 3.600 millones, un 20% más que el valor de sus títulos en Atlantia y más de cuatro veces el precio al que cotizaba la operadora que dirige Tobías Martínez en 2018 cuando llegaron los Benetton a su accionariado y todo se revolucionó. Cellnex ha llegado a marcar un hito histórico en el mercado español tras superar al exmonopolio Telefónica en bolsa.

Ricos a la sombra estatal

Tras la alianza con la ACS de Florentino Pérez para repartirse el gigante de las autopistas ambos grupos llegaron al acuerdo de ceder Cellnex al holding de los italianos que, en lugar de dejarlo para Atlantia, optaron por meter a la empresa española en su patrimonial familiar. Junto a ellos entró en la operación su socio de referencia en las grandes operaciones: el fondo soberano de Singapur (GIC), que también controla el 8% de Atlantia además del 7% del capital de Cellnex y otras participaciones en empresas Benetton.

Los Benetton se quedaron de forma directa con la teleco, mientras que ACS pasó a gestionar bajo mandato del Gobierno de Pedro Sánchez la venta de Hispasat a Red Eléctrica, el ente semipúblico de la luz española que pasó a hacerse con los satélites de telecomunicaciones españoles como activo estratégico -declarado- que son.

El apoyo del superinversor asiático GIC de la ciudad-estado ha sido clave no solo como sostén de la empresas de autopistas en su asalto a la española Abertis sino también en las ampliaciones de capital que ha realizado Cellnex para financiar sus compras en el exterior que le han llevado a multiplicar su tamaño en bolsa: de 5.000 millones en 2018 a los 22.000 millones en que se mueve a mediados de 2020 en plena crisis de la Covid-19.

En Italia, los Benetton han quedado retratado como meros especuladores que han hecho buenos negocios con el Estado desde hace décadas sin importar el color político del gobierno de turno. Poco importa que hayan cofundado una firma innovadora que elevó a la excelencia el diseño textil del país, la calidad de sus productos o que haya catapultado el sello ‘Made in Italy’ por todo el mundo.

En 1999, la poderosa familia transalpina comenzó a hacer negocios con las privatizaciones italianas ante la entrada en el euro. A diferencia de España, donde la mayoría se realizó en forma de ofertas públicas de acciones para cualquier inversor, los italianos optaron por recurrir a algunas de sus grandes ‘famiglias’ multimillonarias como los Agnelli o Benetton.

Los Benetton compraron por 2.500 millones de euros el 30% de Autostrade y en 2003 por otros 6.500 millones alcanzan el 95% del capital, aunque la mayoría de ese dinero eran préstamos sufragados por la propia inversor. El favor iniciar al Estado se convirtió en un negocio redondo para el grupo de firma de moda, que con el paso del tiempo fue vendiendo la mayor parte de sus acciones. En 2019, todavía con la tragedia del puente Morandi en caliente, la familia fue 'invitada' a invertir 300 millones en Alitalia.

La inauguración del nuevo puente de Génova volverá a reabrir unas heridas que han llevado al exilio la fortuna Benetton.  Ahora los héroes empresariales del Véneto se han convertido en una suerte de villanos en Italia que exprimieron cada euro de los peajes de Atlantia y no reinvirtieron el suficiente dinero en el mantenimiento, seguridad y la renovación de infraestructuras como era su deber y obligación. En cambio, los Agnelli, que cuentan con amplios intereses en los medios de comunicación y están más activos en la escena pública, todavía no han sido juzgados por el desenlace de la fusión de PSA y Fiat con la que buscan salvar al grupo italiano.

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