Del 27 al 28 de agosto

Qué ases guardan bajo la manga los bancos centrales para su reunión virtual

El tradicional encuentro viene reuniendo a la flor y nata de las finanzas globales desde los años setenta en el idílico escenario montañoso de Jackson Hole, en Wyoming, en el Noroeste de los Estados Unidos

Qué ases guardan bajo la manga los bancos centrales para su reunión virtual
Qué ases guardan bajo la manga los bancos centrales para su reunión virtual
Pixabay

Este año no habrá postal desde las montañas de Wyoming (al Noroeste de Estados Unidos) con el paisaje idílico de Jackson Hole de fondo. Los banqueros centrales y economistas más prestigiosos del mundo tendrán que contentarse con mirar a la pantalla de su ordenador para poder seguir las intervenciones de sus colegas sobre el estado actual y perspectivas de la economía global. El tradicional encuentro que cada mes de agosto viene reuniendo a la flor y nata de las finanzas globales desde los años setenta también ha tenido que trastocar su agenda por la Covid-19. La reunión se celebrará los próximos días 27 y 28, pero a modo de simposio virtual organizado por la Reserva Federal de Kansas City.

El encuentro tiene lugar en un momento en que los mercados han dejado atrás las turbulencias registradas tras el 'crash' del pasado mes de marzo, pero cuando la incertidumbre económica sigue campando a sus anchas ante la expansión del virus, los vaivenes en las relaciones comerciales entre EEUU y China, las tensiones geopolíticas (Bielorrusia, Irán...) y los problemas renovados para los países emergentes a causa del desplome del turismo y de la demanda. Pese a lo anterior, empieza a haber algunos síntomas de mejora en las condiciones de acceso a la financiación y esto ha llevado a los emisores mundiales a plegar velas en algunas de las medidas adoptadas hasta la fecha, como han hecho en las últimas horas el Banco Central Europeo, la propia Fed, el Banco de Inglaterra, el Banco de Japón y el Banco Nacional de Suiza, al reducir la frecuencia de sus operaciones de liquidez en dólares con vencimiento semanal a partir del próximo 1 de septiembre.

Pero todo no se ha estabilizado y, de hecho, en los mercados sigue existiendo la certeza de que el intervencionismo de los emisores se mantendrá aún un tiempo, lo que mantiene atada en corto la rentabilidad de los bonos. "El principal cambio en las expectativas de la política monetaria se observa en los Estados Unidos", señala Philippe Waechter, economista jefe de Ostrum AM (affiliate de Natixis IM). El experto incide en que desde principios de 2019, la normalización de la política monetaria estadounidense ha desaparecido del vocabulario de sus banqueros centrales, mientras que en la zona euro la estabilidad ha sido la regla predominante desde 2017

La falta de certezas sobre la Reserva Federal y la economía de los Estados Unidos "están debilitando el dólar", mientras que Europa se está beneficiando, desde su punto de vista, del plan de recuperación. No obstante, esos brotes verdes podrían "agotarse" y, por ende, "los impuestos podrían aumentar muy rápidamente". En cualquier caso, Waechter incide en que "la sensación de que este posible intervencionismo de los bancos centrales durará aún más de lo esperado empuja los tipos de interés a la baja". Al mismo tiempo, las expectativas indican mayoritariamente que las tasas de inflación se mantendrán en niveles reducidos a lo largo de los próximos meses.

De cara a las posibles actuaciones que pueda plantearse la Fed a corto o medio plazo, las actas de la última reunión de su Comité Federal de Mercados Abiertos (FOMC, por sus siglas en inglés) han servido para descartar de momento el control de la curva de tipos. Este mecanismo supondría establecer un objetivo para los tipos de interés a largo plazo y, en concreto, para el bono estadounidense a diez años. Sin embargo, sí parece existir un consenso importante en el seno del emisor norteamericano para fijar objetivos concretos en su orientación a futuro (forward guidance), incluso con un calendario. Además y en opinión de los analistas de Renta 4, cobran fuerza "los rumores ante un nuevo paquete (el quinto desde que se inició la pandemia) de estímulo monetario por parte de la Fed (se habla de 1,5 billones de dólares), así como un paquete de estímulo fiscal de 500.000 millones de dólares por parte del Gobierno".

Sería un modo de calmar aún más a los mercados en un momento en que se han renovado los temores a que la recuperación de la primera economía del mundo sea más lenta de lo previsto. Todo parece indicar que esa salida de la crisis se producirá en forma de 'U', según Jared Franz, economista de Capital Group. Los estímulos a gran escala desplegados por la Reserva Federal están ayudando a mitigar el impacto económico, pero el aumento de las tasas de contagio en muchos de los estados está dificultando que dicha recuperación termine de coger forma.

Los gobiernos se mueven... aunque con menos rapidez

Ese tono acomodaticio adoptado en última instancia por los bancos centrales ha llevado a muchos gobiernos a ampliar las medidas de apoyo fiscal El presidente de EEUU, Donald Trump, ha dado un primer paso para extender los beneficios de desempleo y otras medidas de ayuda. Varios países europeos también tendrán que decidir pronto cómo ampliar las medidas de apoyo cuando sea necesario. Un paso importante hacia una mayor integración fiscal ha sido el acuerdo sobre el Fondo de Recuperación de la UE de 750.000 millones de euros, que debería permitir que la confianza de los inversores crezca en la sostenibilidad de la unión y la moneda única. 

"De cara al futuro, esperamos que la política monetaria siga siendo extremadamente flexible en todas las regiones principales, sin que ningún banco central importante haga un ajuste monetario hasta por lo menos finales de 2021 en ninguno de nuestros escenarios", apuntan desde el banco suizo UBS en su último Global Risk Radar. En la entidad entienden que, a medida que los mercados financieros digieran la crisis de COVID-19, el enfoque volverá a ponerse en los motores económicos más tradicionales.

La combinación de la recuperación económica y esa promesa de los bancos centrales de mantener los tipos bajos ha elevado las expectativas de inflación. Esto ha suprimido aún más los tipos reales y ha hecho subir el precio del oro. "En nuestro escenario central esperamos que los tipos se mantengan bajos y que caigan ligeramente en un horizonte de 12 meses a medida que las expectativas de inflación se recuperen, con la economía mundial cobrando impulso a mediados del próximo año", sostiene en su informe UBS. El documento, sin embargo, deja claro que las tasas reales aumentarían ante un escenario a la baja, ya que la reducción de la actividad económica reduciría las expectativas de inflación de nuevo.

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