Cuaderno de venta

Lawfare, curvas escabrosas y el rebrote de la volatilidad

El rebrote de la volatilidad augura curvas.
El rebrote de la volatilidad augura curvas.
Pixabay

Se acaban de cruzar varias líneas rojas en las últimas horas que parecen dibujar un nuevo escenario en la recuperación de la normalidad. La pandemia del Covid-19 lo está cambiando casi todo en múltiples industrias y modelos de negocio a golpe de 'estados de alarma', el único arma preventiva contra el virus a la espera de que llegue un tratamiento o la vacuna. Con el comienzo de la 'nueva normalidad' llega la hora también de rendir cuentas sobre la gestión política en el inicio y durante la actual crisis. El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, ha sido uno de los primeros gobernantes en prestar declaración ante la justicia italiana en el marco de un proceso encaminado a esclarecer cuándo, cómo y por qué se dieron en febrero las primeras órdenes de cuarentenas masivas solo en algunas regiones. Ese testimonio del cabeza de gobierno debería ser lo normal pero en estos tiempos parece extraordinario. Pero es lo "correcto", admite Conte.

En Reino Unido también está creciendo la presión sobre el jefe de Gobierno, Boris Johnson, por el retraso en adoptar medidas de cuarentena en su país como una potencial causa de negligencia, según preeminentes voces científicas como el profesor del Imperial College, Neil Ferguson, o del Colegio Real de Patólogos británico. Hay investigaciones en curso esperando entrar en los tribunales, al igual que en EEUU, donde el presidente Donald Trump obliga a firmar descargos ‘antidemandas’ a quienes acudan a sus mítines ante la próxima carrera presidencial que se avecina a partir de este verano. Pero el inquilino de la Casa Blanca fue quien azuzó la tibia y confusa respuesta inicial ante la pandemia en el país más infectado del mundo.

Imaginen ahora, tal y como sucedió, al brasileño Jair Bolsonaro o al mexicano López Obrador animando a sus ciudadanos a salir a la calle con la pandemia arrasando ya Europa y cruzando el Atlántico. En España, sin embargo, la mera posibilidad de pedir cuentas al Gobierno Sánchez se ha convertido en un tema tabú y trasto político que echarse a la cabeza de derecha a izquierda cuando debería ser parte de la normalidad. Para muestra, la polvareda que se ha levantado tras la apertura -y ahora cierre- de la investigación que una jueza había iniciado sobre el Delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Franco, a cuenta de las movilizaciones masivas en la capital (8M, mítines, fútbol) a pocos días del decreto de confinamiento.

Antes de la pandemia, desde algunos sectores políticos se enarboló la alerta preventiva de una 'lawfare' -o guerra judicial en la sombra- para torpedear al actual gobierno de la coalición de PSOE y Podemos. Probablemente, cualquier atisbo de investigación sobre lo ocurrido en estos meses de alarma en la gestión gubernamental de la crisis sanitaria llevarán a ese mismo punto. Sin embargo, no hay nada de conspiración ahí, sino de la sana aspiración a conocer la verdad ante la catástrofe humana de la Covid-19 para que no se repita. Como ven está ocurriendo también en otras democracias europeas sin que se levanten tantas ampollas. A priori, parece algo natural y un derecho conocer cuándo, cómo, dónde, qué y quién ordenó el ‘código rojo’, como en el interrogatorio de 'Algunos hombres buenos'.

Sin embargo, el novedad judicial de la semana proviene del ámbito empresarial y allí los nubarrones descargarán una gran tormenta más pronto que tarde. En Reino Unido, por ejemplo, las tres grandes aerolíneas Ryanair, Easyjet y British Airways (IAG) se han unido en causa judicial contra Downing Street por algunas de las medidas del ‘estado de alarma’ británico que consideran poco menos que “defectuosas” por la decisión, entre otras, de mantener la cuarentena de dos semanas a todo viajero que aterrice en las islas. El desastre del sector aéreo ha provocado el rescate con dinero público (9.000 millones de euros) de la todopoderosa Lufthansa alemana debido a la imposibilidad de volar. Las decisiones de los gobiernos de confinar a la población, amparadas en informes científicos, han provocado una destrucción económica sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Empresarios e inversores vienen suplicando compensación por los perjuicios sufridos a causa de los confinamientos sin poder hacer nada por evitarlo. La diferencia ahora es que habrá reclamaciones e indemnizaciones si se considera que se han producido negligencias, excesos y desproporciones en las políticas adoptadas para frenar la pandemia.

El último diagnóstico del Doctor Fed lo puede descifrar cualquiera: si las personas no recuperan la confianza para trabajar, consumir o vivir, la recuperación tardará y se producirán daños permanentes en la economía.

Las curvas de los ‘profit warnings’

El regreso de la volatilidad a los mercados financieros tiene en gran parte que ver con la percepción de que la recuperación no será tan rápida como se ha vendido desde las autoridades. Para muchas empresas, la vía del crédito y la deuda -nuevos pasivos con los que cargarán a partir de ahora- ha sido la única solución posible para sobrevivir como en cualquier otra crisis económica. El matiz es que esta vez fueron órdenes, sin opción y, además, hay avales públicos que incentivaron acudir al banco a por dinero que habrá que devolver. Pero al mismo tiempo, los gobiernos ya tienen información de primera mano de lo que comenzará a suceder a partir de verano y otoño. Voces autorizadas como el Banco Central Europeo (BCE) prevén una próxima ola de morosidad en los bancos en plena recuperación. Traducción: impagos de créditos y quiebras de empresas y empresarios que se han visto forzados a pedir prestado para mantener a flote negocios y empleos.

La Reserva Federal (Fed) ha extendido hasta 2022 su guerra monetaria con tipos de interés cero para acelerar esta recuperación. Pero a Jay Powell, gobernador del banco central estadounidense, le preocupa por encima de inflación y crecimiento cómo reconstruir un mercado laboral que, de sopetón, ha dejado fuera a 25 millones de personas solo en EEUU. Prevé un arduo camino de regreso porque muchas empresas han bajado la persiana de forma definitiva. Ese crujido económico que enfatizó Powell es el que provocó este jueves otro susto bursátil del -6% como los sucedidos entre febrero y marzo. El último diagnóstico del Doctor Fed lo puede descifrar cualquiera ya lea el Marca, vea la Fox o las noticias locales: si las personas no recuperan la confianza para trabajar, consumir o vivir, la recuperación tardará y se producirán daños permanentes en la economía.

El retorno de la volatilidad del VIX por encima de los 40 puntos no aventura nada bueno en unas bolsas dopadas con las expectativas de billones de estímulos monetarias y fiscales. Tras un crash veloz de febrero a marzo, la recuperación de abril, mayo y junio ha sido relámpago. Pero el jarro de agua fría está a punto de llegar en forma de resultados empresariales conforme las empresas cierren los libros del segundo trimestre y se confirme la destrucción provocada por la Gran Reclusión, el lapso de tiempo de 2020 en el que medio planeta se encerró en casa para frenar la propagación de un virus. Las previsiones de caída de beneficios de más del 40% (abril-junio) entre las compañías del S&P 500 prometen poner en cuestión en las próximas semanas las descontroladas valoraciones en bolsa alcanzadas. Los sustos están a la vuelta a la esquina en forma de profits warnings’.

Mostrar comentarios