Relato de dos jornadas

Entre dos 8M: hoy no habrá la foto que pasó a la historia como la peor decisión

El Gobierno de coalición de PSOE y Unidas Podemos celebró el Día de la Mujer de 2020 con la pandemia creciendo en Italia y China y con los primeros datos preocupantes en territorio español. 

Begoña Gómez (c), esposa del presidente de España, Pedro Sánchez, junto a la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo (2i), la vicepresenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño (2d), y la ministra de Política Territorial y Función Pública, Caroli
Begoña Gómez, la esposa de Pedro Sanchez, en el centro, rodeada de Calvo, Calviño y Darias.

El parte del tiempo para el domingo 8 de marzo de 2020 era el siguiente. "En Madrid ciudad tendremos nubes escasas. Por lo que respecta a las temperaturas, estas se moverán entre los 18 grados de máxima y 2 de mínima. En general, vientos flojos en régimen de brisas", decía el parte publicado por el diario 20minutos. Ideal para una manifestación. 

Era el Día Internacional de la Mujer. Para la estrenada coalición entre en PSOE y Unidas Podemos era la primera oportunidad de "visualizar" el músculo del feminismo militante que ahora estaba en el poder. La ministra de Igualdad era de UP, y en el Instituto de la Mujer así como en un montón de organizaciones estatales, ahora reinaban feministas vinculadas a la izquierda, más a la izquierda del PSOE.

Desde diciembre de 2019, cuando se cerró el pacto de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos, el feminismo de UP estaba preparando aquel 8-M. Acciones en barrios de toda España, encuentros feministas, preparación de calendarios, concursos de fotografía para visibilizar el machismo y hasta un manifiesto feminista transfronterizo "para salir juntes de la pandemia y cambiar el sistema: ¡arriba las y les que luchan!", decía el manifiesto, usando la grafía propia de este movimiento. Nada podía pararlas.

Pero este 8-M tenía un riesgo. La pandemia de coronavirus se iba extendiendo por el mundo desde enero partiendo de China. En febrero se había detectado el primer caso en España. El sábado 29 de febrero, año bisiesto, el Departamento de Seguridad Nacional, adscrito a la Presidencia de Gobierno, informó al presidente de que había 50 contagiados. Dos días después se había duplicado: 119. A lo largo de la primera semana de marzo, el número de contagiados y fallecidos fue aumentando de forma exponencial día a día. Pero el movimiento feminista seguía presionando para que se celebrasen las manifestaciones que, solo en Madrid, podrían congregar a más de 100.000 personas. Si se sumaban las manifestaciones en el resto del país la cifra podría sobrepasar las 200.000 personas.

Días antes, el movimiento feminista había publicado un manifiesto: "…El movimiento feminista y transfeminista global frente a esta nueva crisis mundial, sanitaria, económica y ecosistémica, no se rinde al aislamiento, y no silenciará sus luchas ante las medidas de restricción que se están llevando a cabo en nuestros territorios para enfrentar el coronavirus". Según este manifiesto, las medidas sanitarias y restricciones que se estaban anunciando en todo el globo eran "violencias exacerbadas por la pandemia global" que "las mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries" tenían que rechazar, "entrelazando sus prácticas rebeldes fortalecidas por la potencia de los últimos años de huelgas globales feministas".

El Gobierno estaba mirando por un lado las convocatorias feministas, y por el otro las cifras de contagiados y muertos. Y también miraba a Italia y a China. En Italia, el gobierno había aprobado confinar varias ciudades al norte del país el 24 de febrero cuando había tres muertos y 150 infectados. Se suspendió el carnaval de Venecia, se clausuró La Scala de Milán, se cerraron escuelas, museos, universidades. Varios obispos ordenaron retirar el agua bendita de las iglesias, y se prohibió darse la mano en la ceremonia de la paz. En algunas ciudades se prohibieron las misas. Millones de italianos quedaron encerrados en sus casas en Piamonte, Lombardía y Veneto, y cientos de agentes fueron destinados a los límites de esas regiones para evitar fugas. 

En China, ya desde el principios de enero se había ido confinado una zona que abarcó 40 millones de habitantes en la provincia de Hubei, donde estaba Wuhan, el epicentro del virus chino.

Ese era el panorama. Era un panorama repleto de avisos. Se sabía que la enfermedad era veinte veces más contagiosa que una gripe común. Las matemáticas aplicadas a las cifras demostraban que la multiplicación era exponencial. En pocas semanas unos cuantos contagios podrían convertirse en cientos y en miles.

El mismo viernes 6, dos días antes de las manifestaciones por el Día de la Mujer, el Gobierno recibió los datos de la víspera: 365 contagios, 5 muertes. En una semana los contagios se habían multiplicado por siete, y las muertes por cinco. Ergo…

En teoría, tendría que haberse celebrado un Consejo de Ministros ese viernes como era tradicional en España. Pero desde enero de 2020, los consejos de ministros se celebraban los martes. Algunas medidas se habían tomado como la cancelación de la maratón de Barcelona que se pospuso a octubre, según informó Fernando Simón, director del Centro de Emergencias y Alertas Sanitarias, porque era un evento de afluencia masiva (adonde acudían muchos extranjeros). La Comunidad de Madrid había cerrado los centros de mayores el día 6, adonde los jubilados suelen acudir para realizar actividades de ocio. En cambio se mantenían las convocatorias del Día de la Mujer porque era un evento "de nacionales". Previamente se había suspendido el Mobile World Congress de Barcelona.

El 7 de marzo se celebraron partidos de baloncesto y de fútbol por toda España. Cuando llegó el día 8 de marzo se celebraron los siguientes encuentros: mitin de Vox en Madrid, más partidos de fútbol, de baloncesto, de balonmano, conciertos, misas, la mascletá de Valencia, el evento Aula (Salón del Estudiante del 4 al 8 de marzo) en Madrid para miles de estudiantes… Ninguno de los asistentes tenía el único instrumento que ha demostrado ser eficaz contra la transmisión: las mascarillas.

A la gran manifestación de Madrid del Día de la Mujer, asistieron 120.000 personas, según la delegación del Gobierno, 180.00 personas menos que el año anterior. En la primera línea de la manifestación se veía a muchas mujeres con guantes, una medida que ahora se sabe que no es la más eficaz contra los contagios, pero ninguna con mascarilla, y desde luego, nadie guardaba la distancia social.

¿Cuántos contagios directos se derivaron de aquel 8-M? Es algo que no se ha podido comprobar. Se conocen los personajes públicos que enfermaron días después: la vicepresidenta Carmen Calvo; la ministra Irene Montero; la ministra de Política Territorial Carolina Darias; la esposa del presidente de Gobierno, Begoña Gómez, el presidente de Vox, Santiago Abascal, el secretario general de Vox, Javier Ortega Smith.

Los contagios originados por 8-M no son fáciles de probar por el simple hecho de que algo que haya sucedido después no significa que sea la consecuencia. Sería caer en la falacia "post hoc ergo propter hoc". Pero para cualquier epidemiólogo allí había bastantes razones para pensar que hubo un contagio en masa. Cero mascarillas, cero distancia social. Tampoco se pueden saber las personas que se contagiaron y, sin mostrar síntomas, contagiaron a los demás.

Ha habido muchos debates sobre si el 8-M fue un disparador del virus. La prensa conservadora sospecha que sí. La prensa progresista afirma que no. La lógica pandémica dice que probablemente sí.

Los datos reales se podrían saber si se tomaran los números de los teléfonos móviles de todas las personas que asistieron a esas manifestaciones en toda España, se triangularan sus posiciones y se cruzaran los datos con los de las hospitalizaciones o las asistencias a centros de salud que en los veinte días siguientes al 8-M. Es algo que está bordeando la prohibición de la Ley de Protección de Datos.

Meses antes de la pandemia, el INE lanzó un plan que pretendía conocer los hábitos de miles de españoles accediendo a sus movimientos geográficos. El rastreo se realizó entre noviembre de 2019, y julio y agosto de 2020. El territorio nacional se dividió en celdas y las operadoras Telefónica, Orange y Vodafone dieron al INE información sobre los desplazamientos, pero nunca sobre los teléfonos o los titulares. Si se miran las cifras de contagios y fallecimientos a partir de aquel domingo 8-M, se sabe que justo siete días después los contagios verificados en toda España aumentaron de forma exponencial. Y lo mismo sucedió con el número de fallecimientos. Desde luego, catorce días después del 8M, los contagios demostraron que ya era imparable.

El día 8 de marzo se notificaron 673 contagios. Diez días después eran casi 14.000 (veinte veces más). Veinte días después, llegaron a 72.235 contagios (más de cien veces más). En cuanto a fallecidos, el 8 de marzo se notificaron 28 muertes. Diez días después, eran 591 (veinte veces más). Y veinte días después del 8-M la cifra de decesos llegaba a 5.513 (casi doscientas veces más que en el 8-M). En veinte días murieron más personas en España por coronavirus que todas las que suelen fallecer en España en la temporada de gripes. Los hospitales no tenían mascarillas, trajes de protección, respiradores ni camas suficientes. 

Fernando Simón dibujó el 11 de marzo ante las cámaras la curva de las infecciones. Era la misma curva que aparecía en el anexo XIII elaborado en 2007 dentro del Plan Nacional contra la Pandemia de Gripe aprobado por el gobierno socialista. Si se intervenía a tiempo, se detenía la curva. Pero no dijo que una vez que la curva de contagios sobrepasaba el límite del sistema hospitalario, los médicos y el personal sanitario ya no podían hacer nada por salvar a miles de personas. Nada.

Un estudio de Fedea hecho público a mediados de abril de 2020 aseguraba: "Si el confinamiento se hubiera adelantado al 7 de marzo, estimamos que el número de casos de coronavirus se habría reducido en un 62,3%". El Gobierno de Madrid anunció el cierre de guarderías, colegios y universidades el martes 10 de marzo de 2020. Y el sábado 14 de marzo (seis después del 8-M), el Gobierno nacional decretó el estado de alarma y confinó a 47 millones de españoles en sus casas. Ya era muy tarde.

Un año después, el Gobierno no ha tenido dudas sobre el 8-M: a través de su delegado en Madrid, prohibió las manifestaciones. Antes de esta decisión, la ministra de Sanidad decía: "No ha lugar" a las manifestaciones.

Por eso, este año, no habrá foto de ministras encabezando las marchas del Día de la Mujer. Con la del año pasado, ya es suficiente para demostrar que se tomó tarde una decisión.

La pregunta es: ¿por qué el gobierno no las prohibió a tiempo hace un año? ¿Fue la presión política la que le impidió tomar esa crucial decisión? Lo que sí sabemos es que aquella foto de las representantes del gobierno portando pancartas y abrazándose en el 8-M quedará para los anales de la pandemia como la imagen de una decisión tardía que tuvo consecuencias mortales. Un informe aparecido hace pocas semanas y realizado por científicos de las universidades Rovira i Virgili de Tarragona y de Zaragoza concluyó que si el confinamiento domiciliario se hubiera decretado siete días antes del 8-M, unas 20.000 personas habrían salvado la vida en toda España. Alex Arenas, el científico que lideró el estudio avisó al Gobierno muchos días antes del 8-M. Según Arenas, el gobierno confinó el país "dos semanas tarde".

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