Cuenta atrás para su aprobación

Sánchez busca contrarreloj una solución para salvar el 'decretazo laboral' de Díaz

El Gobierno de coalición maniobra para conseguir los apoyos suficientes que le permitan dar luz verde a la reforma por excelencia de 2021, con Ciudadanos como 'plan b' si las cosas se llegasen a retorcer. 

Yolanda Diaz
Las triquiñuelas de Sánchez para sacar adelante el 'decretazo laboral' de Díaz. 

Al Gobierno de España no sólo le aprieta la derecha con sus altavoces acerca de un mal reparto de los fondos de la Unión Europea, también le aprietan las tuercas sus propios socios, sus fiadores de legislación, y sus salvavidas de ocasión, empezando por ERC, siguiendo con el PNV, y rematando con Bildu, que no quieren una reforma laboral –y perdonen la rima- al gusto de la patronal. La culpa no es de Garamendi y la CEOE, ni de los sindicatos que se apuntaron a una falsa reforma que les limita sus pretensiones, la culpa es del lío político que tiene montado Pedro Sánchez para no salir malherido de una promesa que no puede cumplir.

Cuando quedan apenas diez días para agotar los plazos de convalidación, la medida estrella de la ministra de Trabajo y vicepresidenta con honores, Yolanda Díaz, empieza a enrocarse en un laberinto que apunta a la incapacidad de conseguir el aval del bloque de investidura, curiosamente el mismo que aprobó los Presupuestos Generales del Estado. Incluso el sector socialista del Gobierno ratifica la imposibilidad de tocar una sola coma de esta reforma laboral, articulada por los pelos y pactada con los empresarios y sindicatos, los famosos agentes sociales que ya han advertido que podrían hacer estallar este acuerdo que "complace" a casi todos y que además ya está bendecido por Bruselas.

Pero si ponemos la lupa sobre el problema real, vemos que ni PSOE ni PP han conseguido lo que deseaban. Por un lado, los socialistas deben admitir que sus aspavientos y proclamas acerca de una "gran" derogación -a voz en grito lo anunció el Gobierno de coalición hace meses- se ha quedado en una ligera 'reformita' que no contenta a nadie pero entretiene y engaña a casi todos. Enfrente, el paripé de los populares que tampoco acepta esta reforma laboral, cuando su propia autora, la exministra Fátima Báñez, ha reconocido que los escasos cambios no afectan en gran medida a su modificación de 2012. Sin embargo, ambas reformas -la de Rajoy antes, y la de Sánchez ahora- podrían aceptarse y encajarse como idóneas para la ocasión, y tener en su lugar una reforma de trabajo de amplia mayoría parlamentaria. En lugar de tener un importante lío político ante el cual nadie sabe aún, ni siquiera Sánchez, si entrará en vigor el próximo 3 de febrero.

El Gobierno ya ha empezado a lanzar sus estratégicas frases "colchón" por si fallan las soluciones y hay que adaptarse a esa famosa geometría variable

De momento, el Gobierno sigue intentado salvar su reforma laboral, y por kilómetros que no quede. La plana mayor del socialismo -Santos Cerdán, Héctor Gómez, Eneko Andueza- se fue a Bilbao a hablar y a comer con el PNV -Andoni Ortuzar, Aitor Esteban-, para lograr una última oportunidad, aunque los socios siguen con la intención de introducir algunos cambios, el Ejecutivo sigue confiando que al final surgirá el acuerdo. Con el que no hay solución posible es con EH Bildu, y ellos mismos lo saben y reconocen que "sería un suicidio apoyar esta reforma inasumible". No olvidemos que están muy cerca las elecciones de Castilla y León, y la presencia de Bildu sigue siendo una grave molestia para el PSOE, y a Sánchez no le importa, por ahora, distanciarse de ellos.

Las cosas se están complicando tanto, que el Gobierno ya ha empezado a lanzar sus estratégicas frases "colchón" por si fallan las soluciones y hay que adaptarse a esa famosa geometría variable, que tanto les gusta y que es una manera elegante de decir que si no me das lo que te pido, me voy a pedírselo al vecino, o al primo de turno que me encuentre, y todo ello sin ningún escrúpulo. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, hombre fuerte de Sánchez, dijo hace un par de días en un desayuno económico que los habituales aliados de legislatura "son prioritarios", pero sin descartar a nadie; no sea -esto lo digo yo- que nos quedemos tirados por todos en medio del río. De ahí, que el ministro Bolaños saque a pasear su lustrosa frase: "Queremos ensanchar mayorías". Bonita manera de avisar a los vecinos que comemos de todo, nos da lo mismo probar la carne que el pescado, independentistas o ex terroristas, o mediopensionistas.

Y, ¿cómo se ensanchan esas mayorías que advierte Bolaños? Pues por el efecto bisagra, ese que tanto repudió Albert Rivera, y que ahora revive con gran esfuerzo y como puede Inés Arrimadas, dado su escaso futuro electoral. No es una bisagra al uso, es más bien una geometría variable y oportunista, para una ocasión necesaria y puntual. Con la esperanza de arrimarse a algún milagro imposible que impida la pronosticada debacle. La líder de Ciudadanos, en un claro ejercicio de me vendo a quien me dé un trozo de pan, ha decidido insinuarse al PSOE para un apoyo de ocasión. Tras el fiasco de Murcia y los degüellos que siempre le dedica Sánchez, parece que no escarmienta Arrimadas. Cierto es que la situación que tiene no le permite muchas posibilidades.

Pero el problema no acaba ahí, y la reforma sigue en peligro, ya que el socio verdadero del Gobierno, Unidas Podemos, no ve claro que Ciudadanos deba salir al rescate de la reforma laboral. Las contradicciones de siempre fuerzan la situación: si el texto lo asumen Rufián y Otegi es aceptable, pero si lo apoya Arrimadas ya es indeseable. De todos modos, el PSOE advierte a UP que no puede (o no debe) boicotear el voto a la reforma laboral. Esta claro que el número de los factores participantes sí altera el producto, y que más que sumar, unos y otros buscan excluir, importándoles muy poco la pretendida reforma que se está debatiendo. Esta es una de las múltiples reformas pendientes que tiene España, y que seguirán aparcadas por culpa del nefasto bipartidismo de bloques, o si lo prefieren, bibloquismo de partidos, que antepone el narcisismo político a las necesidades reales de la sociedad.

Por último, el Gobierno de Sánchez está dispuesto a recibir ahora los apoyos de todos los sectores políticos, incluidos los de la derecha, hasta del PP si ello fuera posible. Lo que es más probable es que Inés Arrimadas acepte entrar con el PSOE, jugada útil y suficiente para el Gobierno, y también para Sánchez que le devuelve a una cierta centralidad política, algo que no le viene nada mal dada su compleja situación, y arrincona un poco al PP. Pero no todo son puntos favorables, la posible entrada de Cs también puede ser un 'caramelo envenenado' que complicará el futuro de la coalición PSOE-UP, y su difícil "matrimonio de conveniencia".

Además, la entrada del PNV es incompatible con Cs, y si le dan a los vascos lo que piden, serán los naranjas las nuevas víctimas de este 'show' político. Igual sucederá con la CEOE de Garamendi, otro intocable en esta ecuación, en la que no se puede mover ni una "coma" para satisfacción de los "blindados" agentes sociales. La situación económica es mala, la inflación sistémica y el poder adquisitivo van de mal en peor, pero hay que buscar soluciones que no compliquen aún más las soluciones laborales. La papeleta es difícil y complicada, pero es muy probable que Sánchez no deje escapar esta oportunidad, sería un fracaso demasiado grande para su orgullo político y personal.

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