En un duro informe anual

El gigante Ericsson ataca al Gobierno y ve España ingobernable desde la moción

La multinacional sueca, proveedor clave para el despliegue del 5G ante las restricciones a Huawei, carga contra los riesgos de inestabilidad política en el país.

Vista de la sede del Grupo Ericsson en Estocolmo (Suecia).EFE
Vista de la sede del Grupo Ericsson en Estocolmo (Suecia).
Efe

Es uno de los nombres clave para el desarrollo de las redes ultrarrápidas 5G en todo el mundo y también en España. El gigante sueco Ericsson está llamado a ser un proveedor clave, tras las restricciones a Huawei de gobiernos y operadoras de telecomunicaciones. Entre los riesgos potenciales para su negocio, señala con el dedo al Gobierno de Pedro Sánchez. Habla de la inestabilidad política que sufre el país tras la moción de censura y advierte de los acuciantes problemas de gobernabilidad. Lo hace en el informe anual de su filial española y en unos términos duros para lo que suele ser habitual en multinacionales de su tamaño.

La compañía, dirigida por José Antonio López Muñoz en España, es uno de los tres grandes suministradores para las operadoras, junto con la china Huawei y la finlandesa Nokia. Cotiza en bolsa y su capitalización ronda los 28.000 millones de euros, por encima de la de Telefónica o Cellnex. Su negocio se basa en la venta de 'software' y 'hardware' para la construcción y mantenimiento de las redes de fibra y móvil de las telecos. En España declara ingresos totales de más de 500 millones de euros con una plantilla de algo menos de 2.000 empleados.

Durante los últimos años, el primer ejecutivo de la compañía en España se ha mostrado crítico con el Gobierno, con medidas como la llamada 'tasa Google' -llegó a amenazar con llevarse los centros de I+D a la vecina Portugal si incluían a la multinacional como contribuyente- o con decisiones mucho más concretas como la exclusión de la propia Ericsson y la de otros como Vodafone, Nokia o LG de la reunión con la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, el pasado mes de febrero en  Barcelona tras la suspensión del Mobile World Congress (MWC). Pero nunca en los términos en los que lo hace en el informe anual que acaba de presentar en el Registro Mercantil.

Dentro de los riesgos potenciales para su actividad señala, además de los inherentes al negocio (competencia con el resto de compañías o cambios regulatorios), la "inestabilidad política que vive el país tras la moción de censura del 2018, que motivó la llegada de un nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez del PSOE, apoyado en sus pactos con partidos nacionalistas y populistas". Entre esa moción y la formación de ese Ejecutivo se celebraron unas elecciones en el mes de abril de 2019 que resultaron fallidas y dieron lugar a un impasse político con un Gobierno en funciones hasta los comicios del pasado noviembre.

Precisamente sobre la gobernabilidad avisa la compañía. Señala con el dedo a Pedro Sánchez, al no haber sido capaz de conseguir la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. "La gobernabilidad está siendo muy complicada al tener dos partidos en coalición en el poder que necesitan del apoyo de sus socios de gobierno de índole separatista", apunta. Y ese sostén imprescindible es lo que, en opinión del gigante nórdico, "incrementa la bipolaridad y radicalidad de planteamientos políticos en España entre la izquierda y la derecha".

Lo que sí se repite como un mantra en los últimos años es la crítica a la regulación del sector de las telecomunicaciones y sus dos grandes actores (operadores y fabricantes). Señala las "excesivas cargas fiscales" que, según ellos, se encuentran "desequilibradas" si se comparan con las de gigantes tecnológicos de internet como Google o Facebook. A esto suma unas normas de juego basadas en el "establecimiento de obligaciones 'ex ante' (antes de que suceda) que penaliza la innovación". La presión tributaria también es un argumento muy utilizado por las telecos. Sin ir más lejos hace un par de semanas, en la cumbre organizada por la CEOE sobre la salida de la crisis de la Covid-19, todas pidieron una rebaja con la que favorecer la fuerte inversión futura para desplegar las redes 5G.

Esta posición de los suecos contrasta con la que ha mantenido en los últimos tiempos uno de sus clientes de referencia, Telefónica. El presidente, José María Álvarez-Pallete, hizo una excepción en su carácter 'apolítico' para defender precisamente en la cumbre de la CEOE un trabajo "espectacular" de la administración y los funcionarios, con la gestión de los miles de ERTE o de las más de 500.000 operaciones de financiación del Instituto de Crédito Oficial (ICO). "Es un falso dilema entre Estado o empresa; hemos construido un magnífico pasado entre todos y el presente tiene que ser conjunto", apuntó.

La importancia de Ericsson

Para calibrar la importancia de esta posición pública tan explícita por Ericsson, hay que recordar que es uno de los grandes proveedores para la construcción de toda la infraestructura tecnológica de las redes móviles (4G o 5G) y fijas (fibra). Junto con Huawei, que hoy ostenta el liderazgo, y Nokia suman cuotas de mercado globales que rozan el 80%. La guerra desatada por Estados Unidos contra el gigante chino, entre acusaciones de espionaje, ha llevado a otros gobiernos a imponer restricciones. También a las propias operadoras, como es el caso de Telefónica, que anunció a finales del pasado año que reducirá al máximo su dependencia en la parte más sensible (llamada en el argot 'core') hacia los asiáticos y, por tanto, incrementará el peso de otros como la propia Ericsson. De hecho, el pasado mes de junio anuncio que dejaba fuera a la asiática del núcleo de su red 'core' en Alemania y los suecos serán su principal proveedor.

¿Cuál ha sido el comportamiento del Gobierno de Pedro Sánchez sobre ese veto al rival asiático de Ericsson y la batalla comercial? No ha habido ningún posicionamiento oficial firme, como sí han tenido otros como Reino Unido o la propia Francia, que no prohibirá su contratación pero alentará a las operadoras para que los eviten. Desde principios de 2019, diferentes miembros del Ejecutivo se han alineado con la GSMA, patronal organizadora del evento, que ha defendido que se diera una respuesta unitaria en toda Europa. Más allá de decisiones particulares, todo apunta a que ganará más poder y serán determinantes en el despliegue de esta tecnología clave para el futuro tecnológico en España y a nivel global. Y para muestra, un botón: el fiscal general de Estados Unidos, William Barr, llegó a sugerir el pasado mes de febrero que Estados Unidos debería asumir participaciones de control en la propia Ericsson o en Nokia para "mitigar" el "impulso hacia la dominación" de Huawei.

5G, aún en 'pañales' en España

Toda esta pelea por el 5G es para ver quién controla una infraestructura clave en los próximos años. Pero su desarrollo en algunos países, entre ellos España, sigue estando aún en una fase incipiente. Sólo Vodafone cuenta con una red activa y tanto la subasta como los primeros despliegues se han pospuesto por el coronavirus. Esto está afectando al negocio de Ericsson, que ha tenido que diversificar hacia otros segmentos como el de digitalización de empresas después de que tanto el 4G como la fibra hayan llegado a una maduración significativa. Por ello desde el año 2015, cuando se superó la barrera de los 700 millones de ingresos con su principal filial -cuenta con otra pero registra una actividad muy pequeña-, éstos han ido descendiendo. En 2019 se estabilizaron en los 500 millones, con un beneficio neto de algo más de 10 millones.

En los últimos años, la empresa ha sido muy criticada por los sindicatos mayoritarios ante su política de personal. Entre 2014 y 2018 se gastó 148 millones de euros para llevar a cabo diversos expedientes de regulación de empleo (ERE). “Tenemos mucho personal especializado en redes 2G y 3G, donde los clientes no te van a pagar mucho los próximos años porque las ‘telecos’ van a tener que invertir en redes 4G y 5G”, aseguraba el consejero delegado en una entrevista a La Información. Ese cambio de perfiles es el 'leitmotiv' de todos esos ajustes. Hoy la plantilla supera por poco los 1.900 empleados (casi 300 menos que seis años antes). No aporta ninguna previsión sobre cómo puede afectar la pandemia del coronavirus en el tamaño del equipo y en el negocio, aunque insiste en que, a priori, la afección está siendo mínima.

El 5G, cuyo espectro radioeléctrico de la banda de 700 Mhz será subastado en el primer trimestre del próximo año, está llamado a ser clave. También para el negocio de Ericsson, que en 2019 afrontó un mercado "de menor intensidad en los primeros despliegues de redes". La cotizada sueca arremete contra el Gobierno. Y lo hace señalando con el dedo a Pedro Sánchez y su alianza con Podemos.

Mostrar comentarios