Tensión en la deuda

El interés del bono se multiplica por diez desde enero y supera ya el 0,43%

La rentabilidad de la referencia española marca su nivel mas alto desde junio en miedo del temor a que los estímulos y el avance de las vacunas disparen el consumo y eleven la inflación más de lo previsto

El bono español, en mínimos de antes del estado de alarma
El interés del bono se dispara un 900% desde enero por el miedo a la inflación
Pixabay

Miedo a un sobrecalentamiento de la economía a golpe de estímulos masivos, fiscales y monetarios, cuando se suceden además las noticias positivas en torno a las vacunas contra el coronavirus. Lejos de aflojar, la tensión en el mercado de deuda se mantiene a flor de piel. Los inversores siguen vendiendo bonos de forma masiva y esto ha multiplicado ya por diez el interés de la referencia española en lo que va de ejercicio, el 10 años, hasta superar ya el 0,43%, su nivel más alto desde el pasado mes de junio

El bono arrancó el año con una rentabilidad del 0,043% -en la deuda ésta se comporta en sentido inverso al precio- y venía de haberse situado incluso en terreno negativo por primera vez en su historia a mediados de diciembre (el día 15 de ese mes despidió la sesión en el -0,014%). Era un momento de fuertes dudas por los nuevos confinamientos a los que estaba obligando el avance del virus y que se temía, podían comprometer la recuperación de las economías -de hecho el PIB de la zona euro se contrajo en el cuarto trimestre del año pasado un 0,6%, una décima menos de lo que se había estimado inicialmente-. 

Así, los inversores optaban por refugiarse en activos seguros como la deuda, respaldados por el programa de compras antipandemia del Banco Central Europeo (PEPP, por sus siglas en inglés) prefiriendo incluso pagar por comprar esos bonos para mantener su dinero a buen recaudo hasta que escampase el temporal.

Ahora, cuando el proceso de vacunación avanza en todo el mundo y cuando se espera que los fondos del plan de recuperación 'Next Generation' (750.000 millones de euros) puedan empezar a llegar en breve a las economías más afectadas por la pandemia, como la española y la italiana, y cuando en Estados Unidos los legisladores aceleran para sacar adelante el paquete de estímulo de 1,9 billones de dólares comprometido por el presidente, Joe Biden, la situación ha dado un giro importante que saca a relucir otros posibles contratiempos.

Ni tan siquiera el mensaje tranquilizador del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, asegurando que no existe peligro de inflación a corto plazo, ha terminado de calmar a los inversores, que temen que el consumo se dispare, elevando los precios por encima de lo previsto y que los bancos centrales se vean obligados a replantearse una retirada de estímulos antes de lo previsto e, incluso, puedan llegar a adelantar la subida de tipos. Esta situación, tocaría de lleno a unas economías y empresas altamente endeudadas a lo largo de un periodo en el que el precio del dinero se ha mantenido en niveles históricamente bajos. 

De momento, también el BCE ha dejado claro que está vigilado "de cerca" la evolución de los intereses de los bonos soberanos a largo plazo como parte de su política para evaluar si las condiciones de financiación de la economía siguen siendo "favorables", tal y como ha asegurado recientemente su presidenta, Christine Lagarde.

Pero el dinero es cobarde...

Además, un alza fuerte de la inflación puede erosionar la rentabilidad real de la deuda a más largo plazo, de ahí que las ventas de bonos se estén concentrando en Europa y Estados Unidos en los vencimientos más largos. De momento y en el plazo más inmediato ante "un contexto donde se espera un fuerte repunte del crecimiento económico sin que haya posibilidades de terminar con la política monetaria expansiva, los inversores se están decantando por comprar activos de riesgo y vender bonos", explica Sergio Ávila, analista del bróker IG.

En el caso de EEUU, "la principal cuestión para los mercados financieros de cara al futuro es si existe un nivel de rendimiento de los bonos estadounidenses a largo plazo que pueda poner en peligro el frenético avance de los mercados bursátiles y la tendencia a la compresión de los diferenciales", apunta Axel Botte, Estratega Global en la gestora francesa Ostrum AM (Natixis IM).

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