De cara a próximas reuniones

Los bancos centrales tiran de 'I+D' para recalibrar su bazuca contra la crisis

El BCE puede optar el próximo 10 de diciembre por aprobar una ampliación de programa antipandemia sin fijar cuantías específicas, sino dejando claro que comprará "cuanto sea necesario"

Lagarde urge a los líderes de la UE a que aprueben rápido un plan "ambicioso"
Los bancos centrales tiran de 'I+D' para recalibrar su bazuca contra la crisis
EFE

Ingeniería monetaria al más puro estilo de Silicon Valley. Los bancos centrales han tirado de innovación para suavizar el impacto de la crisis de la Covid-19 sobre la economía, sin que les haya importado traspasar algunas de sus líneas rojas para ello. El Banco de Japón (BoJ), que ha sido especialmente activo en este proceso al comprar incluso acciones del mercado nipón a través de ETFs, se plantea ahora eximir a los bancos regionales de los tipos negativos en la facilidad de depósito, pero para ello deberán poner en marcha fusiones o medidas para reducir costes. 

El Banco Central Europeo (BCE), que tiene previsto recalibrar sus instrumentos en la reunión del próximo mes, ya ha anunciado que va a incluir los riesgos climáticos y medioambientales en los test de estrés a la banca que llevará a cabo en 2022 debido a su importancia para la economía y su posible impacto financiero en las entidades. Es otra de las piezas del 'giro verde' anunciado por Christine Lagarde cuando asumió el puesto hace ya más de un año, una hoja de ruta que se ha topado de bruces con la pandemia y ha tenido que reajustarse.  

El emisor de la zona euro ya amplió a los bonos sostenibles el abanico de activos que podrá adquirir con los 1,35 billones de euros del Programa de Adquisiciones de Emergencia por Pandemia (PEPP, por sus siglas en inglés), y con el programa de compra de activos APP. Es decir, lo circunscribe también a la deuda cuyos cupones estén vinculados "a uno o más de los objetivos ambientales establecidos en el Reglamento de la UE y / o a uno o más de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas relacionados con el cambio climático o la degradación ambiental".

De cara a los anuncios que puedan llegar el 10 de diciembre, existe la sensación de que el organismo puede optar esta vez por aprobar una ampliación de bazuca antipandemia sin fijar cuantías específicas. Es decir, que se comprometa a ampliar el programa "tanto como sea necesario" para mantener las condiciones favorables en los mercados, sin ponerse límites a priori. Es el escenario que barajan desde Bank of America. En la entidad, no obstante, sí han hecho cálculos y estiman que esa 'X' podría oscilar entre 170.000 y 500.000 millones de euros dependiendo de si el BCE utiliza el margen de la semana pasada o el ritmo de los últimos meses de PEPP como referencia. El cambio crucial sería pasar de un "límite superior" del PEPP a un "lo que sea necesario" para este año y el próximo.

Este anuncio iría acompañado del mantenimiento de unas condiciones favorables para las TLTRO "por lo menos un año, si no más", apuntan desde la entidad estadounidense. Sobre todo ahora que los bancos se han vuelto algo más reacios a asumir riesgos y que podría ser necesario un esfuerzo 'extra' para ayudar a las pymes, especialmente afectadas por la segunda ola de coronavirus en Europa. Todo lo anterior sería su respuesta más inmediata a la crisis, pero se avecinan más cambios en la política del BCE, dado que a mediados de 2021 tiene previsto dar luz verde a la revisión de su estrategia.

Los responsables de la entidad sí han puesto ya las cartas bocarriba en otro de los asuntos a debate estos meses: han dejado claro que no se plantean aplicar una cancelación a las deudas contraídas por los Estados de la eurozona debido a las medidas de apoyo social y económico para hacer frente a la pandemia. Asegura el representante italiano en el directorio del BCE, Fabio Panetta, que una medida de este tipo iría en contra de reglas europeas y podría tener amplias consecuencias desestabilizadoras. Ha sido su respuesta a la solicitud de Roma de que el emisor cancele la parte de su deuda pública que ha comprado con motivo de la pandemia, en un momento en que su pasivo asciende a 2,6 billones de euros, de los que medio billón está en poder del BCE.

La Fed también juega sus cartas

En lo que respecta a la Reserva Federal y ante la situación crítica que para Estados Unidos está suponiendo la nueva oleada de coronavirus, los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglés) no descartan ofrecer más estímulo, "si fuese apropiado, a través de un incremento en el ritmo de las compras y el cambio en la adquisición de bonos del Tesoro a aquellos con un periodo de vencimiento mayor sin aumentar el volumen de las compras", tal y como recogieron las actas de su reunión de noviembre, publicadas hace solo unos días.

El banco central estadounidense ha adquirido bonos del Tesoro por una cuantía de 80.000 millones de dólares y activos respaldados por hipotecas en 40.000 millones adicionales desde junio. En septiembre, el emisor norteamericano se comprometió a dar sustento a la economía al ampliar sus criterios de inflación para determinar cuándo será necesario un aumento de los tipos, dejando claro además que prevé mantener los intereses de referencia en el entorno del 0% al menos durante otros tres años.

Dan Ivascyn, CIO de Pimco, reconoce la perspectiva "cautelosa" a largo plazo para la economía, destacando que "es probable que los bancos centrales sean menos eficaces en la ingeniería de los resultados económicos y de mercado, lo que lleva a una mayor dependencia del gasto fiscal". El experto asegura que los niveles de deuda son muy altos tanto en el sector privado como en el público, que además ya era elevada antes de la pandemia. Esto lleva, en su opinión, a los banqueros centrales a tratar de crear una mayor inflación en el futuro. 

"Nuestro escenario base no es una presión inflacionaria significativa en los próximos dos años, pero a largo plazo, vemos elevados riesgos tanto en los escenarios inflacionarios como en los deflacionarios (aunque un escenario extremo parece menos probable). Y los mercados suelen reaccionar antes de que exista la inflación real; las expectativas podrían cambiar muy rápidamente", sostiene el experto de la mayor gestora de renta fija del mundo.

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