Posdata

Resultados empresariales, anticipo de la catástrofe

Hace casi un año que la Covid enseñó los dientes y comenzó a destrozar vidas y negocios

Aeropuerto de Barajas
Resultados empresariales, anticipo de la catástrofe.
EFE

Hace casi un año que la Covid enseñó los dientes y comenzó a destrozar vidas: desarboló familias, separó parejas, aniquiló amigos. En enero de 2020, el coronavirus era una cosa rara que pasaba en China, muy lejos como para preocuparse a miles y miles de kilómetros de distancia. El Mercado de la ciudad de Wuhan, donde prendió la mecha de la enfermedad, era una noticia de telediario; poco más. A finales de mes, la expansión del nuevo coronavirus ya era una emergencia sanitaria mundial y España registraba el primer caso. En febrero del año pasado, se desencadenaba la tragedia. Ya no había infectados solo en el gigante chino: gran parte de Asia y varios países europeos comenzaban a constatar la presencia del 'bicho'. Solo un mes después, en marzo, el miedo se colaba por las puertas de las casas, caminaba por los pasillos de las oficinas y noqueaba a todo el mundo. En España se daba a conocer la existencia de un muerto en Valencia, que habría tenido lugar en febrero. El coronavirus estaba a esas alturas en boca de todos. El 15 de marzo, el Gobierno de España declara el estado de alarma. Comenzaba para nosotros el año de la Covid-19.

Ese mes de marzo de 2020, de la mano del coronavirus comenzaba también el deterioro empresarial en todo el mundo. Muchos comercios echaban el cierre y no lo volverían a levantar nunca más, grandes compañías planteaban ERTE, arrancaba la crisis de la hostelería, la España turística empezaba a asfixiarse, los hoteles se quedaban sin huéspedes, las líneas aéreas metían sus aviones en los hangares en espera de tiempos mejores... Con el descalabro en los motores de la economía, la destrucción de empleo se presentaba como lógica consecuencia: sin negocio no hay trabajo. El virus mató (y mata) a las personas y mató (y mata) al tejido empresarial. Este febrero ha sido mes de presentación de resultados de las cotizadas en la Bolsa: el rojo ha teñido el parqué y algunos valores han sido zarandeados.

Lo que hoy vemos que sucede y ya nos asusta es solo un arañazo; lo que viene o vendrá es un zarpazo de fiera corrupia

Lo contaba en este mismo periódico hace solo unos días Rubén J. Lapetra, responsable de Mercatia: "La mayor crisis de la historia en el menor periodo de tiempo. No ha sido una crisis sino un apagón. Las 35 empresas del club Ibex 35, la referencia española de bolsa, registraron unas pérdidas conjuntas de 7.696 millones de euros en 2020, cifra que contrasta con los 16.942 millones de euros que estas mismas compañías registraron como beneficio en 2019. En conjunto, estas empresas registraron ventas anuales de 367.172 millones, un 18% menos que en 2019". Banco Santander perdió 8.771 millones de euros; IAG, 6.923 millones; Repsol, 3.289 millones; Siemens Gamesa, 918 millones; Arcelor Mittal, 605 millones; Meliá Hotels, 596 millones; Amadeus, 505 millones; Ferrovial, 410 millones; Naturgy, 347 millones; Cellnex, 133 millones; y Aena, 126,8 millones.

Algunas de las grandes han preferido limpiar en el balance todo lo malo bajo el convencimiento de "mejor una vez rojo que cien colorado". Cierto que ha habido compañías que han salvado el bache con resultados sobresalientes, pero la sensación en los enmoquetados despachos es de preocupación. Los próximos meses, según algunos, serán decisivos para conocer lo que sucederá en no pocas compañías. Si la población mundial es vacunada mayoritariamente y se crean sistemas seguros de traslados y alojamientos en zonas 'libres de la Covid' es posible que el turismo -interior y exterior- ayude a la recuperación o inyecte vitalidad en las mortecinas cuentas de resultados de muchos negocios. Con el turismo se activarían los medios de transporte -aviones, combustibles, vehículos particulares, autobuses, camiones-, el sector hotelero y de vivienda -hoteles, alquiler de apartamentos, segundas residencias-, la hostelería -restaurantes, bares, locales de ocio-, la cultura, la economía local, los pueblos...

Las familias tienen un colchón económico por las limitaciones de la Covid y lo están gastando con compulsión tras un mal año

La pandemia del coronavirus va a poner ante nuestros ojos, más pronto o más tarde, pobreza y miseria, aumento del desempleo, cierre de empresas, despidos... Lo que hoy vemos que sucede y ya nos asusta es solo un arañazo; lo que viene o vendrá es un zarpazo de fiera corrupia. A día de hoy, en España, las familias tienen un ligero colchón económico. Eso dicen las estadísticas: la Covid, la limitación de movimientos y horarios en la calle, el miedo al contagio y al futuro inmediato han propiciado que una parte de los españoles tenga dinero en la hucha. Un capital que -se ve ya dando un simple paseo- los particulares están gastando con cierto grado de compulsión después de casi 365 días de contemplar el paso del tiempo desde una ventana, embozados en mascarillas y bañados en geles hidroalcohólicos que están destrozando la piel de los más rudos del lugar.

Ese dinero que ahora fluye como los ríos en deshielo se palpa en las terrazas de las cafeterías, bares y restaurantes; en las tiendas de ropa, de muebles y de alimentación; en los supermercados, en grandes superficies de electrónica, de bricolaje o de menaje del hogar... Están comenzando unas Navidades en marzo en las que el personal está enterrando los malos ratos y los balazos del coronavirus, sin sopesar que el bicho no está controlado.

Muchas empresas navegan a bandazos y entre arreón y arreón, puñados de trabajadores caen de los barcos

Incomprensiblemente, hoy hay personas que se van de fiesta ilegal, hacen reuniones sin medidas contra el contagio, dan un 'salto' a la provincia de al lado. Se les ha olvidado rápidamente que hace un año los crematorios de los tanatorios funcionaban 24 horas diarias, se habilitaban instalaciones -como el Palacio de Hielo de Madrid- como morgues, se abrían hospitales de campaña, la sanidad se saturaba, los ancianos morían en las residencias víctimas de un coronavirus devastador, la población se confinaba en sus casas, las empresas cerraban, las que podían reconvertían a sus empleados al teletrabajo, no había mascarillas ni guantes...

Corren malos tiempos. Y las últimas noticias lo ratifican: el que fuera trasatlántico de las grandes superficies comerciales ha detectado una vía de agua en su línea de flotación y se va a deshacer de más de 3.000 trabajadores. El Corte Inglés, la tienda de las tiendas del siglo XX español, achica empleos y a nadie se le escapa que podría ser un primer paso para más recortes. Muchas empresas navegan a bandazos y entre arreón y arreón puñados de trabajadores caen de los barcos.

El escenario económico es preocupante. A mí me preocupa. Solo nos queda mantener la dignidad y la calma; esmerarnos en remar para llegar a buen puerto; conservar la integridad personal por lo que pueda pasar; ser decentes y consecuentes, respetados y respetables. Amén.

Mostrar comentarios