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"Empresa busca jóvenes, mejor si son mujeres, para puestos de alta dirección"

Ni la edad ni el sexo son garantía de sabiduría, capacidad y equilibrio. Tan criticable es un gobierno solo de  hombres como otro formado por mujeres, jóvenes o no, si los elegidos no están a la altura que se precisa.

Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez.
EFE/EPA/VALDA KALNINA

Si una compañía del Ibex-35 anunciase la contratación de puestos de alta dirección recortando caprichosamente las opciones de acceso para algunos posibles candidatos o colectivos sería criticada y hasta se llamaría a una campaña de boicot. La sociedad, por lo general, acepta que sus opciones laborales disminuyan en función de la formación intelectual, los conocimientos adquiridos, la práctica desempeñada o el nivel de idiomas dominados para desenvolverse en un mundo global. Si una boutique exige inglés fluido y demostrable para atender al público, muchos aspirantes quedarán fuera de la selección y nadie hablaría de discriminación. Pero si además de idioma se requiriese no ser homosexual, negro, transgénero, de derechas, mujer o rubio garantizo un nefasto futuro al negocio. España ha avanzado mucho en derechos sociales, integración y diversidad, aunque el crimen de un muchacho en A Coruña fruto de una brutal paliza me hace dudar de que todos caminen por la misma senda.

Pedro Sánchez ha aprovechado un sábado de julio de calor insoportable para anunciar una remodelación de Gobierno que es un terremoto en toda regla. El presidente se ha cargado de un plumazo a Carmen Calvo, José Luis Ábalos, Arancha González Laya, Isabel Celaá, Juan Carlos Campo, José Manuel Rodríguez Uribes y Pedro Duque. Varios de ellos estaban marcados vuelta y vuelta como un 'chuletón al punto' y la patada en el trasero era de todo menos una sorpresa. En el lote ha entrado Iván Redondo, que probablemente sienta un tremendo vacío tras perder tanta cuota de poder. Le sustituirá Óscar López, curtido socialista que calentaba en la banda mientras presidía Paradores en espera de una llamada del míster.

Para Sánchez, lo importante es haber rebajado la edad de los ministros y ser el Ejecutivo con más mujeres con cartera

Sánchez, a veces, da repelús. Su comparecencia sin preguntas para comunicar los cambios en el Ejecutivo es un insulto a la ciudadanía en la cara de los medios de comunicación, que no pueden escarbar en su nombre  en los motivos de la crisis de Gobierno y en el por qué de algunas salidas sonadas. ("Buenas tardes. Ante todo quisiera agradecer a los medios de comunicación el poder cubrir esta comparecencia"). Ironías, las justas.

Oírle hablar, también a veces, inquieta. Para Sánchez -así lo expresó al comienzo del monólogo-, lo importante de la crisis de Gobierno es haber rebajado la edad media de los ministros y ser el Ejecutivo del mundo con más mujeres con cartera. ("El nuevo Gobierno supone, en primer lugar, una renovación generacional. La edad media del anterior Ejecutivo era de 55 años. La del nuevo Gobierno será de 50 años. El nuevo Gobierno va a reforzar aún más la presencia de mujeres al frente de los ministerios. Anteriormente, la presencia era de un 54% y hoy es de un 63%, lo que va a convertir de nuevo a España en referente en la paridad de género".)

Bien está, como no podía ser de otra forma, que los jóvenes y las mujeres encuentren el hueco que les corresponde y al que tienen derecho en las Administraciones Públicas y más si se trata del Gobierno de un país que hasta la II República no sentó a una mujer, Federica Montseny, en un Consejo de Ministros; hubo que esperar al nombramiento al frente de Cultura, en 1981, de Soledad Becerril, para dar el escopetazo de salida a una conquista lógica, justa, enriquecedora y necesaria. No obstante, ni la edad ni el sexo son garantía de sabiduría, capacidad y equilibrio. Tan criticable es un gobierno monopolizado por hombres como otro formado exclusivamente por mujeres, del mismo modo que un Gobierno de jóvenes o de 'baby boomers' será un fracaso si los elegidos no están a la altura de lo que necesita un Estado o son incompetentes en sus funciones. Eso, respetando los conceptos de paridad suficientes.

Desempleo: España, 15,3%, Alemania,  3,7%, Francia, 7,5%, y UK, 4,7%, con más 'viejos' y menos mujeres que aquí

Sería ridículo agarrarse al gobierno/poder de los mayores más sabios descrito por Platón en 'La República', pero la derivación al absurdo nos debe hacer ver que una circunstancia estadística no influye en el futuro de un país. En Alemania, el Gabinete de Angela Merkel (66 abriles) tiene una edad media de 55 años y las mujeres representan el 40% del Gobierno; en Francia, el Ejecutivo de Jean Castex (56) presenta una edad promedio de 53 años y sienta en la mesa de las decisiones de Estado a un 47% de mujeres; el equipo de Boris Johnson (57) en Reino Unido revela una edad media de 53 años, con un 30% de mujeres en las principales labores de Estado...

Las realidades políticas, sociales y económicas de Francia, Alemania, Reino Unido y España son bien diferentes. La tasa de desempleo nos presenta un escenario descorazonador para nuestro país, con un 15,3%, mientras que el porcentaje en Alemania es del 3,7%, en Francia del 7,5% y en Reino Unido, del 4,7%. Creo que la mayoría de los españoles se quedaría con el tanto por ciento de desempleo germánico, británico o francés aun a costa de tener que soportar el castigo de un Gobierno monosexual y cargado de años.

Los partidos políticos hacen cribas internas para cambiar de imagen, sacar trastos a la calle e ilusionar al personal; por el camino se queda más talento que incompetencia, que también hay y mucha. Le ha pasado al PP cuando Pablo Casado logró la jefatura de la formación y le sucedió y le ha vuelto a ocurrir a Sánchez cuando el panorama se tiñe de sombras.

Pedro Sánchez, del mismo modo, ha reclutado a integrantes de corporaciones municipales; igualmente, podría haber tirado del espectro autonómico, del sector empresarial o de independientes curtidos en mil batallas. ("Se incorporan perfiles procedentes de la acción municipal, la política de proximidad, con trayectorias de éxito en la gestión en sus respectivas ciudades"). Y entran por la puerta grande: Raquel Sánchez, al barco del que sale Ábalos; e Isabel Rodríguez, en Política Territorial y Portavoz del Gobierno. El presidente socialista ha arrinconado a un Miquel Iceta, que no logró ser presidente del Senado, tuvo que tragar con la nominación de Salvador Illa a la presidencia de la Generalitat de Cataluña, se vino a Madrid a tejer acuerdos con el independentismo y que no estará para muchos bailes tras el codazo a Cultura, del que ha salido escaldado Uribes.

Lógicamente, el presidente marcó objetivos de recuperación, basados en los fondos europeos y en la reducción del desempleo, cosa que como hemos visto se presenta difícil. ("Una vez superado lo más duro de la pandemia, el nuevo Gobierno tendrá como principal tarea consolidar la recuperación económica y también la creación de empleo. Y sin duda alguna gestionar esa enorme oportunidad que representan los Fondos Europeos para modernizar y apuntalar aún más a nuestra economía.")

Los ministros y ministras que se quedan sin trabajo con la megarremodelación estarán deseosos de recibir una llamada que les coloque en Paradores, una plaza que ha quedado vacante con la llegada a Moncloa del que fuera secretario de Organización del PSOE y secretario general del PSOE de Castilla y León. Algunos cesados volverán a sus antiguas ocupaciones y a los demás se les buscará acomodo; pasa siempre o casi siempre.

Yolanda Díaz es uno de los políticos con más futuro del arco ideológico. Ojo, Sánchez, que sexo y edad no perdonan

De la quema se han salvado los cinco magníficos de Unidas Podemos, gracias al pacto entre Pablo Iglesias y Pedro Sánchez que dejaba en manos moradas la sustitución de cualquiera de sus ministros. Dudo que Sánchez, de haber podido, hubiese dejado en su silla a Manuel Castells, que tiene un brillante currículo pero peina las canas de 79 años y no es mujer. Lo mismo le sucedería a Irene Montero, que cumple las premisas de género y juventud, como Ione Belarra, pero que va a su bola como si un ministerio fuese un chiringuito particular. En eso de hacer de su capa un sayo algo sabe Alberto Garzón, que ha metido toda la carne en el asador y se ha quedado churruscado... y ya se sabe que a Sánchez la carne le gusta al punto.

En el quinteto de Unidas Podemos está también Yolanda Díaz, a la que algunos tachan despectivamente de comunista -que lo es- cuando se ha convertido en un peso pesado del Ejecutivo por su capacidad negociadora y su visión. A mucha gente no le gusta Díaz pero es un secreto a voces que es uno de los descubrimientos políticos y con más futuro de todo el arco ideológico. La Yolanda Díaz de hoy no es ya la Yolanda Díaz de 2020. La nueva Vicepresidenta Segunda -tras la caída en desgracia de Calvo- y ministra de Trabajo y Economía Social cumple los requisitos del presidente del Gobierno: tiene 50 años y es mujer. Ojo, Sánchez, la edad no perdona.

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